Restaurante Matteo, más de un siglo a los fogones
Restaurante Matteo, mas de un siglo a los fogones…
Cuando un restaurante data del año 1902, han pasado 4 generaciones de cocineras a los fogones donde su calidad, servicio y trato del producto son sus señas de identidad, aseguran que las cosas se están haciendo muy bien, al nivel de quitarse el sombrero y darte un gran homenaje gastronómico.
Restaurante Matteo es un casa más que centenaria ubicada en la zona de Oarsoaldea, concretamente en el pueblo de Oiartzun. Allí por 1902 la tatarabuela María, viendo la localización clave del establecimiento, en ese cruce de Ugaldetxo tan conocido por todos nosotros, tuvo la gran idea de abrir un sitio de encuentro juntando los conceptos de taberna y tienda. Sí, una tienda de ultramarinos, como aquellas que se ven en las películas en blanco y negro donde se vendían desde alpargatas, charcutería, azúcar, hasta aspirinas. Pero el punto clave fue la taberna. Esa barra donde los baserritarras con txapela y señoritos de la capital tenían su parada clave todos los días para disfrutar de los mejores guisos acompañados por un vaso de vino. Según nos han dicho, hasta más de uno sobrepasaba la puerta de la cocina para preguntarle a la amona lo que se venía preparando para el almuerzo a fuego lento, chop chop.
Y cómo sabían aquellos sabios, hoy serían unos gourmets en toda regla. Paraban allí porque sabían que desde esa cocina salían los mejores callos, morros, caza, o el tan conocido hojaldre de puerros, que ha hecho salivar a muchas generaciones y todavía tenemos la suerte de encontrarlos.
Entre esas paredes muchos clientes comprendieron que la ley de la tatarabuela “respetar la materia prima por encima de todo “ era el mejor mandamiento que una casa de comidas podía tener.
Los guisos y cazuelas fueron evolucionando con Josepa y Maritxu, la segunda y tercera generación. Siempre manteniendo el mismo mimo y cariño, de sol a sol con una constancia que hacía que los clientes fueran haciéndose ancianos y que las nuevas generaciones fuesen llegando a las puertas del Matteo.
Si bien llego un momento en el que todo cambió, pues como en muchos casos de éxito empresarial, se necesita de un alma con especial coraje e inspiración para tener grandes cambios de rumbo, y así es como María Luisa, la cuarta generación, la que había mamado desde la cuna la buena gastronomía y el buen saber hacer, siguió lo que su carácter de exploradora le dictaminaba.
Tras aprender las mejores técnicas y las claves de todos los platos históricos de la casa, María Luisa comenzó a investigar, trajo del extranjero productos que por aquel entonces aquí eran totalmente desconocidos: como el pato, frutas exóticas, o licores del mundo. También empezó a alinear la decoración del restaurante, a adaptar pequeños detalles con los que ella fue creando ese espacio que soñaba, el lugar para deleitarse con la vista en todos sus aspectos, y disfrutar con el paladar y la nariz.
Así tras una gran reforma en 1982, Maria Luisa Eceiza consiguió una estrella Michelin perduró durante 20 años. Si bien ahora el orondo muñeco no está colgado en sus paredes, su cocina sigue fiel a un estilo que no te dejará indiferente si te acercas por allí.
Y es que María Luisa es ese tipo de cocinera que ha sabido mantenerse en sus ideas. Sería difícil elegir con qué disfruta más: con la materia prima o con el cliente. Y es que a ella le gusta tanto mimar al detalle al producto como al cliente que pasa por su restaurante.
Nada que ver con estos tiempos modernos donde priman las esterificaciones, los nitrógenos líquidos y demás técnicas que a nuestra vista son como un show de David Copperfield en las Vegas, pero que por momentos se olvidan de ser fieles a un producto y sobre todo de atender las necesidades de un cliente.
Hoy según cruzas las puertas de esa fachada naranja, te recibe una barra donde podrás degustar desde unas buenas raciones de morros, callos, croquetas hasta nuevas creaciones. Tuvimos la suerte de que el hijo de la casa nos preparase con gran esmero el “vermut Mª Luisa” junto con unas impresionantes aceitunas sevillanas, difíciles de encontrar en cualquier bar. Y es que el momento del aperitivo es famoso en esta casa, tanto para los que vienen de pasear por el bidegorri como para los que van a pasar al comedor. En el segundo caso es el paso previo perfecto para entrar en sintonía con el concierto gastronómico que nos espera después.
Matteo cuenta con tres comedores muy agradables, que se diferencia de los comedores minimalistas tan abundantes hoy en día. Sobre todo tiene unos grandes ventanales que dan al río Oiartzun y consiguen relajarte muchísimo con ese ruido de agua fluyendo mientras degustas sus platos. Uno puede sentirse semi flotando cual monje en un templo budista.
Su carta de vinos es sencilla pero directa, nada de vinos de añadas centenarias ni bodegas de cuentos de hadas, eso sí, calidad ante todo y lo más importante, no están inflados los precios como globos de helio.
Ya sabéis que nuestra elección favorita siempre es la de compartir platos y platos con lo que partimos nuestra andadura con unas anchoas en Salazón. Después de una cremita de puerro y un pulpito como aperitivos de la casa, aparecieron en escena las anchoas de Mutriku con un aceite de oliva virgen extra que quitaba el hipo y el sentío.
Como hemos venido diciendo que la carta del Matteo se diferencia de otras porque reina el producto, optamos por las primeras piparrak del año, un revuelto de xixas y por su plato de Verduras de la Huerta. Colorido en la mesa, exquisitez en el paladar y una gloria degustar esos espárragos con guisantes!!!!
Pasamos a palabras mayores cuando llegó el rodaballo salvaje. Ese rodaballo con su receta secreta del refrito, estaba exquisito. Salvaje fue su textura en nuestra boca a cada dentellada que le dábamos.
Y qué decir con las kokotxas al pil-pil, quizás otro famoso chef zarauztarra tiene la técnica del colador para ligar ese pil pil, no sabemos cómo será la del Matteo, pero aseguramos que estaban de campeonato.
Mención especial le daremos al Cordero asado de Aranda de Duero, que no lo pudimos probar nosotros pero las mesas de al lado buena cuenta dieron de ello, es una de las especialidades de la casa. Nos queda la satisfacción de que volveremos y lo cataremos para poder contároslo.
Los postres tienen un apartado especial, con la tarta fina de manzana y el soufflé de chocolate como emblemas de la casa. Mencionamos los impresionantes helados, ya que no sabemos si tienen algún gelatero italiano en cocinas porque la variedad, el gusto y la elaboración hacia que en boca sintieras un arco iris de sabores!!!
Nosotros os recomendamos un paseo por el bidegorri desde Oiartzun hasta las minas de Arditurri y después tomaros un aperitivo en el Matteo. No os defraudara, además ahora que llega el verano cuentan con una magnifica terraza para estar al aire libre.
Pero si leyéndonos se te hizo la boca agua y te pico la curiosidad es tu oportunidad de visitarlo.
Esperemos que Matteo llegue a su bicentenario y siga brillando la excelencia del producto y el trato al cliente sobre todas las cosas.
RESTAURANTE MATTEO
Dirección: Ihurrita bidea 2, Ugaldetxo. Oiartzun 20.180.
Emilio - Vinos Valencianos
100 años de historia es mucho para un restaurante con lo cual la calidad debe ser su secreto 🙂
EmulsiónGourmet
Buenas tardes Emilio,
efectivamente para ser un restaurante centenario y hayan pasado 4 generaciones manteniendo la estirpe y el amor a la cocina, significa que la calidad y el trato al cliente es su sello de indentidad.
Encantados de algun dáa poder coincidir en un aperitivo en su barra.
Un saludo